26 de Abril 2020
Hoy se cumplen dos meses que llegué a India.
38 días en McLeod Ganj de los cuales 34 han sido de encierro absoluto.
Si me hubieran dicho hace dos meses que todos mis planes de viaje quedarían cancelados y que pasaría más de un mes encerrada en un hotel solitario en las montañas del Himalaya meditando, haciendo yoga y viendo pasar la vida sin saber cuando saldré no lo hubiera creído.
Aquí los días pasan tranquilos, no me dejo de sorprender que pareciera que toda la energía disponible astrológicamente y de este lugar me está orillando a hacer todas la cosas que debí de haber hecho desde hace años.
Tengo la gran fortuna de que llevo trabajando sola en mi casa desde hace varios años, entonces para mi llevar una rutina en casa es algo que ha sido mi cotidianidad por mucho tiempo y estar aquí encerrada no es algo nuevo para mi.
En mi casa, mi habitación es como mi todo; mi oficina, mi cuarto de lectura, mi lugar de meditación, mi lugar para hacer yoga, donde recibo a mis amigos y también es mi cuarto para dormir.
Cuando estoy en México paso largas horas encerrada en mi cuarto, pero a diferencia de aquí, allá me cuesta mucho trabajo entrar en una rutina tempranera. Allá me cuesta mucho trabajo dormirme antes de la 1 ó 2 AM, eso hace que normalmente empiece mi día muy tarde, luego desayuno tarde, como tarde, ceno tarde y todo lo hago tarde. Algo que he querido combatir los pasados años sin poder realmente conseguirlo.
Pero ahora todo es diferente, desde que hice el taller de meditación en línea de 10 días, y luego mi auto-retiro de silencio de otros 3 días la rutina mañanera se quedó pegada a mi de manera muy fácil y sin resistencia.
Ahora me duermo temprano casi todos los días, y lo que es mejor me levanto temprano sin ningún esfuerzo, medito una hora en silencio sin esfuerzo tampoco. Por fin llevo 30 días ininterrumpidos meditando rigurosamente una hora de vipassana-addhitana (sin moverme) y además agregué la meditación nocturna de 30 minutos antes de dormir.
Vamos, jamás había meditando con tanto rigor, de manera autónoma y tan estructurada como ahora.
También regresé a mi práctica de yoga, la cual había dejado desde el año pasado en Septiembre. Esta es la primera vez que suspendo mi práctica por tanto tiempo. Mi Viaje de finales del 2019 que duró casi 4 meses más al duelo de la muerte de mi padre me dejó agotada física, mental y emocionalmente que lo que menos quería era mover mi cuerpo.
Desde que estoy en estas montañas pareciera que todo es fácil, que todo se está dando a pedir de boca.
Primero el cuerpo me gritaba desesperadamente que regresara a practicar yoga pero no tenía cómo, entonces a los pocos días me cayó como caído del cielo el mat de mi amiga Sofía (la mexicana) que me ofreció el suyo prestado.
Luego con tanta meditación me están llegando respuestas que tenía mucho tiempo preguntándome. La claridad, el entendimiento, la luz está llegando después de tanto silencio. Es como si hubiera estado viviendo en un cuarto obscuro tratando de ver sólo con una cerillo prendido y de repente alguien llegó a prender la luz de la habitación y entonces alcancé a ver mucho más de lo que veía. Y me dije ¡WOW!, ahora entiendo. Ahora comprendo qué, porqué y para qué.
Estar aquí me llena de energía alegre que me inunda todos los días. He creado mi propia burbuja de “sueño feliz” como dice el Curso de Milagros, y me quiero quedar así. No me preocupa el futuro como a la mayoría de la gente. He pensado que si Dios me trajo hasta aquí de una manera tan fácil, sin complicaciones donde todo está bien, de la misma forma me va a sacar de aquí, de una forma sencilla, sin problemas, cuando llegue el tiempo. Y así será hacia adelante.
A veces pienso que el destino me arrastró hasta aquí para aprovechar el tiempo en lo que verdaderamente se requiere de mi. Compartir todo lo que he aprendido con mis experiencias, con mis cursos, en el yoga, con la meditación, con mis reflexiones, pero lo mejor es que ahora me siento mucho más inspirada que nunca. No solo con mis ideas sino también con la voluntad de pasar a la acción.
Finalmente he puesto manos a la obra en mis proyectos pendientes como escribir y reactivar mi blog, iniciar la galería de fotos de todos mis viajes, abrir talleres de meditación en línea, de manera gratuita y para todos los interesados.
Pero sobre todo hacer lo que tanto me gusta; comunicar, hablar de todo lo que me gusta, lo que me apasiona, de lo que me inspira, mis sueños, de la sutileza de la energía, de las plantas de poder, de mis experiencias con las terapias de regresión a vidas pasadas y mucho más.
Otra cosa que me ha regalado este encierro ha sido el aprender muchas cosas nuevas. Empezando porque de entrada ya aprendí a lavar mi ropa a mano en cubeta, cosa que jamás había hecho en mi vida.
Y más significativamente ahora siento una especial gratitud por las cosas más sencillas de la vida que jamás antes lo había realmente valorado, porque no lo había padecido.
De nada me sirve tener dinero en el banco, porque no puedo hacer nada con eso, no puedo ir a un restaurante, no puedo pedir a domicilio, no puedo tomar un avión o un autobús o nada, no puedo hacer absolutamente nada, estoy 100% a disposición de lo que la vida me está ofreciendo.
Estoy comiendo y viviendo literalmente gracias a la buena disposición y la generosidad de dos chavos que están a cargo del Hotel y de mi, cuidándome y procurándome día y noche. Portándose como unos verdaderos caballeros, que me tratan como a alguien de su familia.
Aunque esté encerrada en 4 paredes de mi habitación puedo salir a tomar aire fresco y admirar las montañas cada vez que me plazca. ¿Qué más puedo pedir?
Estas montañas me han dado todo lo que necesito: Paz, inspiración y mucha Fe en el futuro.
Y así una larga lista de cosas que ahora valoro mucho más, un buen café, comer en algún restaurante que me guste, tener la libertad de ir y venir como me plazca, un buen vino, el internet de alta velocidad, pero también me he dado cuenta de que puedo vivir sin ello y aún así puedo sentir mucho más conexión. Tal vez sea porque al sentirme mucho más conectada profundamente conmigo misma puedo conectar con el mundo exterior de una manera más significativa.
Ayer anunciaron que el encierro en el distrito donde estoy se empezará a relajar un poco, debido a que no hay casos de enfermos en esta zona.
Los últimos par de días mi mamá no ha estado bien de salud, el encierro ya le empezó a afectar emocional y físicamente al parecer es solo una gripa que le ha afectado la presión y la ha mantenido con dolores de cabeza que me preocupan. Aunque hablo con ella día y noche y eso la anima muchísimo, sé que ahora más que nunca me extraña. Gracias a Dios mis hermanos están cuidando de ella y me liberan un poco de la preocupación.
La embajada de México ha mantenido contacto constante con todos los mexicanos que estamos varados en India, y al parecer están en arreglando con otros países para poder tener un vuelo disponible que haga escala para poder regresar a México.
Aunque la idea de irme pronto no me gusta, mi mamá es la única razón por la que podría salir corriendo en cuanto sea posible.
Sigo fluyendo con la incertidumbre, con los cambios y con el no saber. La vida me ha enseñado a lo largo de muchas experiencias confrontadoras que lo mejor que puedo hacer es confiar, dejar todo en manos de Dios y seguir haciendo lo que me dicta la intuición.
Y con todo me sigo sintiendo profundamente afortunada y bendecida por lo que no dejo de darle gracias a la vida, a las montañas y a Dios.