Todos en esta vida, tarde o temprano o en algún momento nos tendremos que enfrentar a vivir el cierre de ciclo de una relación amorosa.
Pero nunca nadie nos enseña cómo enfrentar y pasar la experiencia de la manera más pacífica y armoniosa, ya que acumulamos experiencias dolorosas, traumáticas y de carencia que nos llevan a experimentar emociones muy drenantes y tóxicas como celos, culpa, baja autoestima, depresión, que cuando llega la hora de decir adiós nos cuesta trabajo perdonar y creemos que solo con olvidar estamos cerrando el ciclo de manera adecuada.
El perdón es un recurso que funciona para traernos genuina paz a nuestra cotidianeidad. El verdadero perdón nos lo otorgamos a nosotros mismos. Cuando perdonamos en realidad nos liberamos nosotros, pues al perdonar permites que la energía compasiva, amorosa y sanadora del universo sane tus heridas.
Muchas separaciones de parejas están enmarcadas con traiciones, con engaños y finalmente con una profunda huella de fracaso y nuestro ego se encarga de hacernos creer una cantidad enorme de ideas que dañan nuestra estima, nuestro valor y nuestro amor propio.
Cuando empiezas a darte el permiso de querer perdonar una situación dolorosa con tu pareja, te das permiso de liberarte a ti mismo de esa gran expectativa que creaste desde que se inició la relación. Porque en el fondo lo que albergamos es un profundo enojo con nosotros mismos por haber confiado, por haber creído, por haber hecho planes que no salieron como nosotros lo esperamos, que tienen que ver más con nuestra arraigada necesidad de control.
El perdón es la única manera de liberarnos de esa cárcel de ideas y de sanar nuestras heridas.
También es cierto que decimos que perdonamos, pero en cada oportunidad que tenemos -si ponemos atención a nuestras reacciones- nos damos cuenta de que seguimos sintiendo tal vez enojo, frustración, o dolor y esto se debe a que hay diferentes niveles de perdón.
El perdón es como las capas de una cebolla, vamos perdonando poco a poco, pero se comienza con la voluntad o con la intención genuina de perdonar al 100%.
El primer nivel de perdón es de palabra, que es cuando tu lógica te dice que está bien que perdones y lo dices de dientes para afuera “Te perdono” pero nada más, pues sigues sintiendo dolor, enojo, culpa, etc.
El segundo nivel del perdón es mental, o psicológico, que es cuando entiendes las razones del porqué atrajiste esta relación a tu vida y hay un perdón entendido, acompañado de entendimiento.
El tercer nivel del perdón es emocional, que es cuando no sólo perdonas de dientes para afuera, y mentalmente sino que también perdonas emocionalmente o como se dice vulgarmente; “te perdono de corazón” que es cuando ya existe una liberación de emociones drenantes y dolorosas o negativas. Cuando te encuentras con la persona ya no sientes feo, al contrario, hasta te da gusto encontrarte de nuevo.
Y por último el perdón energético o del alma, este perdón es cuando se completa la experiencia de manera amorosa, se cierra el círculo y se trasciende la situación, cuando experimentas una genuina compasión y paz hacia la persona y la situación en general. Entonces liberas todas las emociones drenantes, al grado en que entiendes la lección y la agradeces, y te da cuenta que tenías que vivir la experiencia para elevar tu nivel de consciencia, y entonces te das cuenta que el verdadero perdón es que no hay nada que perdonar.
También debemos comprender que el perdón no da de la noche a la mañana, es todo un proceso que podemos ir liberando cada una de las etapas del perdón por pasos, poco a poco, como las capas de una cebolla.
Vivimos con un sistema de pensamiento en el que creemos que defendernos, discutir, pelear y finalmente guardar rencor o resentimientos está justificado y nos protege de algo, cuando en realidad es todo lo contrario.
Si analizas un poco más detenidamente, cuando nos defendemos de un “Ataque” estamos dando por cierto que nos pueden hacer daño, pero la verdad es todo lo contrario; nadie nos puede hacer daño a menos que nosotros entreguemos nuestro poder y permitamos ser lastimados.
Así como necesitamos entrenar para correr una carrera de 10 km o una maratón también requerimos de hacer un entrenamiento mental para poder cambiar este sistema de pensamiento en el que concebimos un mundo del cual nos debemos defender y cuidar.
Debemos cambiar nuestro sistema mental para así poder hacer un cambio en nuestra percepción y vivir con auténtica paz y genuina felicidad, de la durable, no de la que se obtiene con logros materiales.